A las puertas del invierno, gozamos de un clima espectacular y totalmente anómalo, más propio de junio que de mediados de noviembre. El veranillo de San Martín ha sido este año un verano en toda regla, fruto de un cambio climático que ya ha convertido estos días en los más cálidos desde que se tiene registro. Pero este no es un post meteorológico, aunque me pareció importante señalar este hecho como una de las causas del fenómeno del que finalmente quería hablar.

Porque el sexo furtivo en Galicia ya se ha convertido en todo un fenómeno, tanto como para que se empiecen a hacer estudios, sondeos y hasta campañas en relación con él. Este verano ha sido una de las atracciones turística de la comunidad gallega, poniéndose al nivel de Ibiza o Mallorca en pleno mes del Orgullo. Y ahora, con este período de buen tiempo, temperaturas cálidas y lluvias inexistentes, ha vuelto a haber un rebrote, coincidiendo con la sucesión de varios festivos nacionales. El dogging y el cruising son prácticas habituales entre los habitantes y los visitantes de Galicia, incluso se sabe que hay ciertas zonas «reservadas» para estas prácticas; gracias a las redes sociales, se hacen quedadas y se informa de su localización, haciendo que los interesados en el tema sepan a dónde ir con toda seguridad.
¿Es acaso una moda eso de tener sexo al aire libre? Bueno, antiguamente existía la figura del exhibicionista, de la que las webs de videos porno han hecho su agosto. Esta son gente a las que les daba morbo tener encuentros sexuales en lugares no solo exteriores, sino con cierto riesgo cierto de sufrir alguna pillada. Esta figura se veía complementada con la de otro mito, el porno voyeur, y con esto las páginas web de contenido pornográfico rellenaban contenido y fidelizaban un montón de visitantes.

Pero aquí hablábamos de un deseo compulsivo de ser visto por un lado, y de la necesidad de mirar, por el otro. No es exactamente lo que pasa en Galicia, ni en otras grandes ciudades, donde muchos hablan de una moda perversa; y otros de una forma de dar morbo a nuestra vida sexual, ya sea a solas o en pareja. En el sexo heterosexual hablamos de dogging, que recibe ese nombre por la postura del perrito, la más practicada si se hace deprisa, o en un lugar de encuentro muy público, como un parque o un aparcamiento; el cruising es más propio de homosexuales, aunque en teoría es solo un encuentro ocasional para sexo esporádico, no a la vista pero sí en lugares públicos, como pueden ser baños públicos, o la zona VIP de algún local de moda. Y ahora, la figura del voyeur no está tan mal vista: al hacerse todo por redes sociales, el clásico mirón sabe de antemano donde tiene que ir para tener un show de sexo en vivo en primera plana; y los participantes ya cuentan con que puede ser que tengan público a la hora de estos polvos casi espontáneos.
Preocupa a las autoridades, ante todo, que estas prácticas se realicen bajo las directrices de sexo seguro; también que esos encuentros entre desconocidos acabe en algún tipo de delito, con lo que piden precaución. Aparte de esto, no se acaban de poner de acuerdo si se podría poner coto a este fenómeno, o no merece la pena darle más importancia de la que tiene, pensando que es algo momentáneo. Entre tanto, el veranillo de San Martín no da tregua, así que vuelve a haber un repunte de estas actividades en Galicia, con las que no queda más remedio que convivir..